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23/11/2024 La Nación - Nota - Sup. Sábado - Pag. 12
Diplomático y exembajador argentino en Francia, abre las puertas del Palacio Estrugamou y comparte sus diarios de viaje
Archibaldo Lanús "Me relacioné con lo más alto de la sociedad francesa
Texto Paula Ikeda | Foto Santiago Filipuzzi
Qué le parecieron los escritos?", pregunta Juan Archibaldo Lanús, conocido por sus allegados como "Archie". Habla de los Carnet de voyage, los textos sobre sus viajes y sus temporadas en el exterior (mayormente en Europa), donde este diplomático que por diez años se desempeñó como embajador argentino en Francia cuenta a dónde fue, qué visitó y con quiénes se encontró. "Soy abogado, empecé a los 24 años y cuento con 45 años de carrera diplomática. Después estudié Economía en La Sorbonne ya como embajador, porque uno nunca deja de serlo", destaca Lanús sentado en su escritorio en el Palacio Estrugamou, donde suele realizar sus célebres tertulias. Luego señala la figura de un hipopótamo en su biblioteca. "Nadie en mi familia se llamaba Archibaldo, mi madre eligió ese nombre porque justo la semana en que nací, en el Zoológico de Buenos Aires, al rinoceronte, que se llamaba Archibaldo, se le partió el cuerno. A mi madre le gustó y a mí me parece un nombre fantástico", dice. Lanús revisa su escritorio, ordena fotos y papeles, acomoda sus escritos. "He escrito diez libros, pero esto es más personal. Tengo 18 de estas [señala sus carpetas repletas de invitaciones, mails, mensajes, todos impresos y prolijamente catalogados], todas tienen su historia y algún día serán contadas", destaca mientras muestra las invitaciones al Baile de la Rosa, de la familia real de Mónaco. "Me han invitado muchas veces, sí. La de este año aún no la han enviado", desliza. - Y todo esto fue resultado de una carrera, de una vida en Europa... -En mi familia no esperaban una carrera así de mi parte. A Europa nunca había ido, ni de vacaciones. La primera vez fue en junio del 65, con mi primer traslado diplomático, cuando fui designado como secretario en la embajada argentina en Francia. Ahí comprendí que había empezado la verdadera aventura de mi vida. Me desempeñé como embajador en Francia durante diez años. Primero seis y luego cuatro. - ¿Conoció mucha gente interesante en esos años? -De todo, j efes de Estado y personalidades nobles que terminaron convirtiéndose en grandes amigos. -En sus viajes recorre palacetes y es recibido por grandes familias aristocráticas. ¿Nunca se aloja en un hotel? -Es que en realidad, en este tipo de vida, uno con los que más se encuentra y puede disfrutar es con quienes tienen el tiempo y las posibilidades de recibirlo. Encaro cada viaje acorde a quiénes quiero encontrar, pero no siempre me hospedo en sus casas, también paro en hoteles. Eso sí, siempre en los mismos. -¿Cómo nacieron sus escritos, para quién los hace y quiénes lo reciben? -Estos escritos no son nada, no llegan a ser libros. Esto son memorias, recuerdos, anécdotas de mis viajes (escritos de 86 páginas entre textos y fotos). Las escribo principalmente para amigos, es mi forma de contarles mis experiencias. -¿Solo los recibe gente de su confianza? -Muchas veces mis amigos me han preguntado si podían pasárselos a otras personas interesadas en conocer sobre estos lugares, y a mí no me molesta. Se los envío en PDF, vía mail o por WhatsApp. -¿Una suerte de ‘contar todo de una sola vez’? -Algo así. Relato todo de una sola vez. A veces voy escribiendo en el camino, anoto los detalles para luego, al regresar a casa, retocar la versión final. Quizás algún día los recopile. -Sus amigos europeos esperan su llegada como las golondrinas, entre sus notas se lee lo que escribió la condesa Jacqueline de Ribes: "Cada año, en junio, tu vuelta es un momento mágico que realza la vida parisina." -Cada junio. Imagínese, la condesa Jacqueline de Ribes, una de las más high society del mundo escribiendo eso de mí... Mis amigos me esperaban con el afecto y la consideración de un prestigio que me relacionaba y abría las puertas con lo más alto de la sociedad francesa: la academia, las grandes fortunas, los negocios, la política y la nobleza del antiguo régimen. -Incluso en Buenos Aires, su vida social no para. Acaba de realizar un agasajo para la duquesa María Luisa Gaetani D’Aragona y la princesa von Thurn und Taxis. -[Sonríe] Esta casa siempre fue mi base, nunca la alquilé y aun cuando estuve afuera, mantuve siempre al mismo personal. La misma cocinera desde siempre. -¿Cuántas veces por semana come en casa? -Pocas, pero me gusta recibir y agasajar a mis amigos con recepciones. Mi cocinera no solo es de confianza, sino que cocina muy bien. Siempre fue así. Incluso en París, cuando me retiré de la ciudad, Lilianne Bet- tencourt [dueña de L’Oréal], una amiga personal, me pidió si podía quedarse con mi cocinero. Eso fue antes de que saliera toda su historia y el escándalo [plasmado en El Caso Bettencourt; la mujer más rica del mundo de Netflix]. Le dije que sí, pero le avisé a mi cocinero que tuviera cuidado porque esta gente con tanto dinero era capaz de cualquier cosa. -¿Cómo es su círculo social? -Yo creo que se ha desarticulado mucho la vida social en Buenos Aires, hay como un desinterés por escuchar al otro, por comunicarse. -Sin embargo, las tertulias en su casa son épicas. ¿Cómo decide las invitaciones? -Una combinación por intereses y un mix generacional. Me gusta que distintas personas puedan conversar, conocerse, reencontrarse y sentirse a gusto. Nada de frivolidad, a la gente tóxica no la frecuento. -Sus mesas compiten con las de Mirtha Legrand. ¿Está permitido hablar de política, religión y fútbol? -Claro que sí. Se puede hablar de todo, incluso la otra noche comentaban sobre una operación médica sin igual. Surgen temas interesantes. He combinado a intelectuales, políticos, funcionarios del FMI y nobles, todos en una misma mesa. En ellas se ha charlado de Macron y de Putin. Así lo escribí: "Uno de los comensales, que trabajó muy cerca del presidente, lo calificó como ‘un ser ególatra enfermizo’. No dudo en dejar mis pensamientos políticos y análisis en cada renglón. -¿Qué debe hacer un anfitrión o un buen visitante? -El anfitrión, tener la casa en orden. El invitado, en tanto, llegar a la hora pautada. Ni antes ni después. -¿Usted lleva regalo? -Sí, siempre. Y si es un cumpleaños, algo de más. A Mauricio Wainrot le he llevado un perfume de Gino Bo- gani, los presentes los elijo yo personalmente. -¿Cuál no falla, flores o chocolates? -Chocolates es más seguro. Para los hombres, suelo tener a mano cosas que traigo de Europa, por ejemplo, estuches para guardar las tarjetas.
"En mi familia no esperaban una carrera así de mi parte", dice Archibaldo
Una copa de torrontés "En mi casa, las bebidas son sobre todo para los invitados: un poco de todo, sobre todo gaseosas y licores. Yo bebo poco, pero me gusta mucho el torrontés"
Una de sus tertulias; junto a la princesa Gloria von Thurn und Taxis y la duquesa María Luisa Gaetani D'Aragon, y las invitaciones y tarjetas que recibió en Europa
#93522602 Modificada: 23/11/2024 07:57 |
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